A lo largo de generaciones, en la ciudad mexicana de Atlixco, han existido relatos transmitidos oralmente sobre un templo ancestral perdido en el tiempo, o teocalli, erigido por comunidades indígenas locales mucho antes de la llegada de los colonizadores europeos en el siglo XVI. Los habitantes de Atlixco han mantenido la creencia de que este teocalli se alzaba en la cima del cerro de San Miguel, una majestuosa elevación volcánica que actualmente alberga una capilla católica dedicada al famoso arcángel.
A pesar de estas historias, hasta ahora no se habían encontrado pruebas arqueológicas que respaldaran la existencia de este legendario templo. Sin embargo, recientemente, en una operación de salvamento arqueológico, un equipo de arqueólogos ha hallado los vestigios de este antiguo templo mexicano, que durante mucho tiempo fue considerado poco más que una leyenda.
Este descubrimiento valida así las creencias de muchos residentes de Atlixco, según un comunicado reciente del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), una institución gubernamental mexicana encargada de la preservación de la historia nacional.
Los restos del templo fueron desenterrados durante los trabajos de renovación de la iluminación de la capilla y el refuerzo de los caminos que conducen hacia la cima del cerro. El equipo de investigadores, liderado por los arqueólogos del INAH Miguel Medina Jaén y Carlos Cedillo Ortego, junto con Elvia Cristina Sánchez de la Barquera, encontró artefactos que datan de más de 1,000 años de antigüedad, incluyendo herramientas de piedra, ornamentos y vasijas de barro.
Según explica el INAH, estos objetos fueron confeccionados por los nahuas mesoamericanos, quienes habitaron esta región siglos antes de la llegada de los europeos.
“Sí existió un teocalli en la cima del cerro San Miguel”
Ante las pruebas encontradas, se decidió excavar otro pozo en el atrio de la iglesia para verificar la existencia de pisos o restos del templo que se creía construido en la cima del cerro en la época prehispánica, como se detalla en el comunicado del INAH.
Este pozo, ubicado al norte de la capilla, reveló a tan solo 25 centímetros bajo el nivel actual del atrio, un suelo de cal y arena de origen prehispánico, delimitado por un muro de piedras adheridas con lodo. A 90 centímetros debajo de ese muro, que se encontraba deteriorado por el paso del tiempo y la construcción de la capilla virreinal, se descubrió un segundo piso.
Estos hallazgos, según el comunicado del INAH, confirman de manera concluyente la existencia de un teocalli en la cima del cerro San Miguel, que tuvo al menos dos fases constructivas.
A pesar de estos descubrimientos, la divinidad a la que estaba dedicado el templo sigue siendo un enigma. Entre las posibles deidades están Quetzalcóatl (creador y civilizador de la humanidad), Tláloc (dador de la lluvia) o Macuilxóchitl (patrono del juego, la danza y las festividades).
Los expertos sugieren que debajo de la capilla virreinal de San Miguel Arcángel podrían encontrarse más segmentos del teocalli y pistas adicionales que ayuden a identificar a la deidad principal. A pesar de este misterio persistente, “la confirmación arqueológica de esa antigua creencia popular de más de 400 años ayudará a fortalecer la identidad de los atlixquenses“, concluyó el INAH.