Empresa estadounidense que compró Altos Hornos de México busca el capital de los kikapúes para reiniciar operaciones

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MÉXICO- Amantes del ir y venir por la frontera; dueños de casinos, pero también de chozas de carrizos; agricultores nómadas, amantes de rituales ancestrales y administradores de apuestas, los kikapúes, una etnia con raíces binacionales entre el estado mexicano de Coahuila y Texas, se encaminan en los últimos días a salvar a la multimillonaria industria del acero en México.

Después de la quiebra de Altos Hornos de México (AMHSA) que durante más de tres décadas estuvo en manos del polémico empresario Alonso Ancira, la compañía pasó a manos de la estadounidense Argentem Creek y ésta solicitó a la tribu tradicional de Texas-México un crédito inicial de aproximadamente 200 millones de dólares.

El dinero será parte de suma total de más de 1,000 millones de dólares para que AHMSA, reinicie las operaciones después de irse en picada y pasar de un símbolo del México próspero a la crisis financiera más aguda en los últimos años a la que contribuyó la baja de los precios  y después de ocho décadas de producir acero.

En diciembre del 2022 la acerera mexicana que fue una de las más importantes de América Latina paró su producción totalmente, suspendió los servicios de energía eléctrica y gas por falta de pago y dejó a más de 17,000 trabajadores, la mayoría en una sola ciudad (Monclova) y al su alcalde con el alma en un hilo ante las constantes amenazas de saqueos y levantamientos sociales.  

AHMSA comenzó a aplazar los pagos de salarios hasta que finalmente en abril del año en curso suspendió el pago de salarios y prestaciones a toda su base trabajadora, creando una crisis económica en las familias que dependen directamente de la empresa.

El pasado 17 de abril se publicó en el Diario Oficial de la Federación el inicio del proceso de quiebra de Altos Hornos de México.

DÓLARES BINACIONALES

Hasta el momento ninguno de los líderes kikapúes se ha pronunciado sobre la inversión. Antropólogos como José Luis Moctezuma, experto en la etnia, los describe como uno de los primeros grupos con el corazón “totalmente binacional”. 

Con una economía alimentada por un casino en Texas y con su santuario religioso arraigado en Coahuila, los kikapúes son el único pueblo indígena con el privilegio de la doble nacionalidad de México y Estados Unidos.

“Son símbolo del binacionalismo; están reconocidos con los mismos derechos por los dos países”, describe.

En 1850 una parte de los kikapúes (en español) o kickapoo (en inglés) abrazaron a México como su país después de emigrar de Canadá y asentarse en lo que hoy es Oklahoma, Kansas y Texas en EE.UU. y en Múzquiz, Coahuila.  

Por más de 150 años se desplazaron libremente con los privilegios como grupo étnico binacional. Pasaban los veranos en sus reservas de Texas y los inviernos en Coahuila, con una cultura y religión evidentes en las viviendas que habitan según el lugar donde estén.

En Estados Unidos, los kikapúes tienen casas construidas con materiales duraderos para pasar el verano, y en Coahuila son famosas sus redondas chozas de invierno, que usan además como templos religiosos.

En los años 90 del siglo pasado su situación cambió cuando abrieron un casino en Texas, su fortaleza económica se consolidó, y se convirtieron en un atractivo para los jóvenes que dejaron de ser obreros agrícolas para obtener trabajos vinculados al centro de juego.

“La vida de los kikapúes cambió con el casino (Lucky Eagle en Eagle Pass). Sus jóvenes pasan más tiempo en Estados Unidos y sus viejos se quedan en el santuario, con el que guardan profundas raíces familiares, religiosas y culturales”, apunta Moctezuma.

Ellos son los inversionistas que espera AHMSA y que se conducen con decisiones a través de concilios o asambleas. 

La posible inversión ha generado esperanza y escepticismo entre los trabajadores. El delegado del sindicato minero en Monclova, Manuel Prince, dijo que la inversión es una fantasía de Alonso Ancira “Rey del Acero”.

LARGA HISTORIA

Manuel Prince dice que todo fue culpa de Ancira, quien se sentía empoderado y abandonó la empresa “en manos equivocadas” para irse de “gigoló” por el mundo; pero hay explicaciones más complicadas.

Altos Hornos de México fue una empresa paraestatal hasta1991, cuando el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari la vendió a la familia Ancira y el Sindicato Nacional Minero tomó poder político con Napoleón Gómez Urrutia a la cabeza hasta que en 2009 se le acusó de diversos delitos y tuvo que exiliarse en Canadá.

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