La inteligencia artificial es el gran dilema del siglo XXI: un nuevo comienzo para la humanidad o desencadenar trastornos, según Mustafá Suleyman

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Menos de un año ha pasado desde que OpenAI popularizó la inteligencia artificial (IA) con su chatbot ChatGPT, y una revolución parece haber comenzado. Lo que antes se restringía a algunos laboratorios de investigación y desarrollo de grandes compañías o de estados poderosos comenzó a ser conversación cotidiana. Se multiplicaron las predicciones apocalípticas sobre el desempleo y el caos global, tanto como las celebraciones chauvinistas de las nuevas tecnologías. Y, desde luego, muchos libros aparecieron.

Pero sólo uno es obra de uno de los pioneros en el campo, Mustafa Suleyman, fundador de DeepMind, la compañía que compró Google para estos desarrollos, y de InflectionAI. Y sólo uno ha logrado frases elogiosas de gente como Yuval Noah Harari, Bill Gates, Eric Schmidt, Angela Kane, Nouriel Roubini, Alain de Botton y Al Gore, entre otros. Se trata de The Coming Wave (La ola que se avecina), que ya está entre los cinco libros más vendidos según The New York Times. Un análisis desde dentro de las tecnologías que “marcarán el comienzo de un nuevo amanecer para la humanidad” o permitirán ”desencadenar trastornos, inestabilidad e incluso catástrofes a una escala inimaginable”. O ambas cosas a la vez.

Por primera vez el ser humano puede alterar el camino de la evolución que ha compartido con los demás seres del planeta. La IA y la biología sintética son las herramientas que dejan en sus manos el potencial de abordar directamente la base de la existencia.

“No es exagerado decir que la totalidad del mundo humano depende de los sistemas vivos o de nuestra inteligencia”, argumenta Suleyman en el texto coescrito con Michael Bhaskar. Y nunca hasta ahora se ha presentado una posibilidad de innovación en ambos campos como la actual: “A nuestro alrededor comienza a romper una nueva ola de tecnología. Esta ola está desatando el poder de diseñar estos dos fundamentos universales: una ola de nada menos que inteligencia y vida”.

Es llamativo que el lenguaje que impregna el libro evoque la Guerra Fría: la palabra contención se repite una y otra vez al hablar de la ola que viene, o más bien que ya está aquí. La contención fue la política que, tras el final de su alianza con la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos aplicó para imponerse sobre su adversario sin una guerra abierta: vigilancia, alianzas, conflictos satelitales.

En una comparación tácita, Suleyman parece sugerir que la IA fue una idea buena en una coyuntura determinada que, con el paso del tiempo, reveló características menos positivas.

La IA es el gran dilema del siglo XXI

Sin este tipo de tecnologías, argumenta, el estancamiento es una amenaza para el Homo sapiens. Demasiadas bocas para alimentar, demasiada energía para mantener las sociedades. Y, a la vez, sin contención estas mismas tecnologías son otra amenaza para el Homo sapiens. Augura cosas graves, como la desintegración de naciones.

Eso, define, es el gran dilema del siglo XXI.

“La IA está en todas partes, en las noticias y en tu teléfono, en las bolsas de comercio y en el diseño de páginas web. Muchas de las empresas más grandes del mundo y muchas de las naciones más ricas avanzan a pasos agigantados en el desarrollo de modelos vanguardistas de IA y de técnicas de ingeniería genética, alimentadas por decenas de miles de millones de dólares en inversiones”, nos refresca Suleyman. Una vez consolidadas, seguirán el camino de todas las tecnologías en la historia de la humanidad: se extenderán; al multiplicarse, costarán menos; al ser más accesibles, llegarán a casi toda la sociedad.

Eso tiene un lado bueno: “Nos ofrecerán avances extraordinarios en medicina y en energías limpias, crearán no sólo nuevas empresas sino también nuevas industrias”.

Pero también un lado ominoso: “Junto a estos beneficios, la IA, la biología sintética y otras formas avanzadas de tecnología conllevan riesgos a una escala muy inquietante. Podrían representar una amenaza existencial para los Estados-nación, un riesgo tan profundo que podría alterar o incluso anular el orden geopolítico actual. Abren el camino a inmensos ciberataques potenciados por la IA, a guerras automatizadas que podrían devastar países, a pandemias artificiales y a un mundo sujeto a fuerzas inexplicables pero a la vez omnipotentes en apariencia”.

Delitos como el ransomware o herramientas de edición genética como CRISPR (que permite realizar cambios precisos en el ADN) podrían parecer actividades de kindergarten. Como ejemplo, The Coming Wave muestra cómo la IA aplicada al uso militar de los drones facilita “una transferencia colosal de poder de los Estados y ejércitos tradicionales a cualquiera que tenga la capacidad y la motivación para desplegar estos dispositivos”. Grupos terroristas, organizaciones narcos, el señor lunático que vive la otra cuadra.

Otro ejemplo, como la modificación genética de una especie: “Esos cambios podrían permanecer en los seres vivos durante milenios, mucho más allá del control o la predicción. Podrían reverberar a lo largo de incontables generaciones. El modo en que evolucionan o interactúan con otros cambios es inevitablemente incierto y está fuera de todo control”.

En tanto hacedor de estas tecnologíasSuleyman aboga por estrategias urgentes para controlar y contener la ola. “Pero por ahora nadie tiene un plan”, advierte. Él tampoco: el libro termina con diez propuestas bienintencionadas, candorosas. Como él mismo explica: “Una paradoja de la ola que se avecina es que, en gran medida, sus tecnologías están más allá de nuestra capacidad de comprensión a un nivel granular pero dentro de nuestra capacidad de crearlas y utilizarlas”.

Por qué la IA es una tecnología sin precedentes

La contención es particularmente difícil porque esta ola de tecnología no es más de lo mismo, no es el paso del Blackberry al iPhone. La IA y la biología sintética tienen cuatro poderosas características en común que las convierten en algo nunca visto.

En primer lugar, causan un impacto asimétrico: crean beneficios y a la vez vulnerabilidades, incluso en poderes hasta hoy inamovibles. En segundo lugar, se desarrollan a toda velocidad, su hiperevolución causa mejoras y ramificaciones constantemente. En tercer lugar, son generalistas, se pueden utilizar para muchos fines diferentes. Y por último, a diario alcanzan un grado de autonomía que ninguna tecnología anterior ha conocido.

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