El mundo de la cultura se encuentra de luto tras darse a conocer la muerte del pintor colombiano Fernando Botero, quien llegó a convertirse en el ícono más importante en el mundo del arte de ese país y a nivel internacional.
De acuerdo con los primeros reportes de medios colombianos como Caracol Radio, el artista de 91 años falleció este viernes en su casa en el principado de Mónaco tras complicaciones en su salud, debido a una neumonía que sufrió y por la que tuvo que ser atendido en un hospital en el norte de Italia, donde residía hace décadas.
En entrevista a dicho medio, su hija Lina Botero explicó que el pintor falleció en Mónaco esta mañana. “Llevaba cinco días bastante delicado de salud porque había desarrollado una neumonía. Murió con 91 años, tuvo una vida extraordinaria y se fue en el momento indicado”, señaló.
Luego de darse a conocer la lamentable noticia, las reacciones de diversas personalidades no se hicieron esperar, y una de ellas es la del presidente de Colombia Gustavo Petro.
“Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz. De la paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono”, manifestó en redes sociales el mandatario haciendo alusión a la paloma que se exhibe en la Casa Nariño (sede presidencial) y que el artista regaló para conmemorar el acuerdo con las FARC de 2016.
Por su parte, el expresidente colombiano Juan Manuel Santos manifestó: “Lamentamos profundamente la partida de Fernando Botero, uno de los más grandes artistas de Colombia y del mundo. Siempre generoso con su país, un gran amigo, y apasionado constructor de paz. Nuestras más sinceras condolencias a toda su familia”.
Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín, Colombia. Su padre David era un comerciante venido del campo que murió a los 40 años. Su madre, Flora Angulo, murió en 1972.
Según detalla la revista colombiana Semana, Botero se encontró con el arte casi por accidente. A los 15 años estudiaba para ser torero y se le ocurrió vender dibujos a la salida de la Plaza de La Macarena. Tenía por la fiesta brava un gran encanto, pues su tío Joaquín Angulo lo llevaba con frecuencia.
Le fascinaba el cartelista mexicano Carlos Ruano Llopis, que en ese momento para él era “como Picasso”, y empezó a imitarlo. Cuando vendió una de esas obras, ¡a dos pesos!, comenzó a considerar dejar el toreo y volverse un artista.
Las obras de Botero, que han sido subastadas por hasta dos millones de dólares le dieron la vuelta al mundo. Sus cuadros, destacados por personajes de grandes volúmenes, llegaron a los museos más importantes y sus esculturas de acero fueron colocadas en las calles y plazas de las grandes capitales.
Sin embargo, su trabajo también tuvo algunas polémicas. Ninguna de sus exposiciones generó tantos comentarios como la que hizo sobre los abusos de los soldados estadounidenses en la prisión en Abu Ghraib, en Irak. Según el pintor, quería “dejar un testimonio contra el horror”.
Los cuadros fueron vetados en un principio en los museos de Estados Unidos, pero luego de que una galería y la Universidad de Berkeley los exhibieron, fueron reseñados como la exposición más recomendada por The New York Times. Botero se negó a venderlos porque creía que no era ético hacer un negocio del dolor, y por eso permanecen en la universidad.