El frente opositor atraviesa una semana turbulenta después de anunciar cómo elegirían la candidatura para 2024
El Frente Amplio por México, el nuevo nombre que le han dado a la alianza Va por México, quiere mostrar una enorme y unida coalición para hacer frente al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) el próximo año. Puertas adentro la realidad es otra. El método para elegir al candidato que llevarán a las presidenciales de 2024 ha minado la cohesión de la alianza. El anuncio del mecanismo de selección se hizo el lunes pasado y, desde entonces, el grupo opositor que reúne al Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y organizaciones civiles —empujadas por importantes empresarios— se ha inundado de especulaciones entre bajas de personas que aspiraban a la candidatura, como Lilly Téllez o Claudia Ruiz Massieu, y acusaciones entre los diferentes grupos que desconfían de la veracidad de la interna.
Las negociaciones para llegar al método fueron un arduo partido de ajedrez entre las cúpulas partidistas y principalmente la organización Unid@s, una plataforma liderada por los empresarios Claudio X. González y Gustavo de Hoyos. El sistema elegido, del cual aún se desconocen los detalles de cómo se ejecutará, dejó contentos a muchos miembros de la coalición que defienden el acuerdo. Pero provocó la salida de otros, que rodeados de desconfianza, criticaron la participación ciudadana por no ser completamente abierta, pusieron en duda la independencia y veracidad del mecanismo o reclamaron un diseño pensado para aspirantes que cuentan con los apoyos de las estructuras partidarias y no para los civiles que quisieran participar.
Una de las mejor acomodadas en la contienda es Xóchitl Gálvez. La senadora del PAN ha crecido súbitamente en las encuestas en apenas unos días, secundada por grandes empresarios, como Claudio X. González, Alejandro Junco y Agustín Coppel, que creen que la aspirante podría dar batalla en los comicios presidenciales ante el elegido de Morena. Desde que confirmó su participación en la interna, Gálvez no ha parado de aparecer en los periódicos y en campañas en redes sociales. Su origen en el seno de una familia de escasos recursos de Hidalgo y su narrativa personal, la de una mujer que tuvo que vender gelatinas para poder estudiar, le hacen ganar puntos entre un público que normalmente se sentiría más cercano a las políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Con la salida de Téllez de la interna, Gálvez queda como única representante del PAN junto al diputado Santiago Creel. Algunos miembros de la alianza han señalado a este periódico que la elección de Creel como candidato era un hecho probable antes de que Gálvez creciera tanto en las encuestas. Hasta la semana pasada, una enorme corriente de la oposición buscaba mandar a la senadora a pelear por el Gobierno de Ciudad de México y respaldaban las posibilidades de Creel en dos factores: su figura de “padrino político” de Marko Cortés, el presidente del partido blanquiazul; y el primer acuerdo entre los partidos que dictaba que quien pondría al candidato presidencial era el PAN. Sobre estas especulaciones, el diputado ha señalado en entrevista con EL PAÍS: “He leído declaraciones de esa naturaleza, pero no son veraces porque va a haber encuestas cuyos métodos serán expuestos a todos”. Además, ha señalado que serán realizadas por “casas encuestadoras acreditadas”. En todo caso, el repentino ascenso de Gálvez pone en jaque esos primeros planes.
El método amenazó desde el primer momento la unión de Va por México. Téllez primero dijo ese mismo lunes que tenía dudas y luego publicó un documento con 50 preguntas para esclarecer los detalles del mecanismo. Nadie le respondió y a los dos días anunció que se bajaba. Su salida, han explicado algunas fuentes, podría revertirse si algunos aspectos de la selección interna cambiaran. Entre las críticas que más surgieron puertas adentro estaban la realización por fuera de los tiempos electorales que marca la ley, el aún incierto control de las 150.000 firmas que necesita cada aspirante para participar; el alcance real de la participación ciudadana; y el origen y el gasto del dinero para llevar adelante el mecanismo. La senadora priista Ruiz Massieu dijo este jueves que se bajaba porque no está de acuerdo con el mecanismo anunciado.
Dentro del PRI, quienes de momento siguen en carrera son la senadora Beatriz Paredes, el exsecretario de Turismo Enrique de la Madrid, y los economistas José Ángel Gurría e Ildefonso Guajardo. Ninguno que no esté alineado con el presidente del tricolor, Alejandro Alito Moreno, tiene posibilidades de avanzar en el proceso interno, señalan algunas fuentes del partido. La posición del histórico partido mexicano ha ido ganando enteros. El acuerdo original entre los partidos era que dejaba al PRI las candidaturas del Estado de México y Coahuila y al PAN la presidencial, pero el hecho de que la interna incluya unas elecciones primarias resulta muy favorecedor para la formación de Moreno. El tricolor cuenta históricamente con un poder territorial que no tiene ninguno de sus aliados, algo clave para conseguir votantes que participen de la votación.
Mientras las cúpulas partidistas negocian con un par de empresarios el destino de la alianza, varias figuras han optado por alejarse, incluso el académico Sergio Aguayo, que inicialmente aceptó ser parte de proceso abierto para elegir al aspirante que representara a la sociedad civil, pero que luego quedó descartado con el nuevo método. Amado Avendaño, del Frente Cívico Nacional, ha sido uno de los que festejó el anuncio el lunes a pesar de que el mecanismo hace prácticamente imposible la candidatura de una persona que no cuente con recursos ni apoyo de una estructura partidaria. Quienes aún aspiran a poner su nombre en la boleta el próximo año ya han salido no solo a contar apoyos en sus partidos, sino a tocar las puertas de los sindicatos o cualquier estructura que movilice votos.