MADRID (EFE).— Miguel Bosé ganó la demanda interpuesta por su expareja sentimental Nacho Palau, quien había pedido que ambos fueran declarados padres de los cuatro hijos que tuvieron por gestación subrogada, de los cuales dos eran hijos biológicos de uno y los otros dos, del otro.
Bosé y Palau, escultor de profesión, se conocieron cuando el artista tenía 37 años y Palau 19 y estuvieron juntos durante dos décadas, hasta que en 2018 hicieron pública su separación.
Antes, en 2011, decidieron ser padres por medio de un vientre de alquiler de sus respectivos hijos con apenas meses de diferencia.
Al terminar la relación, los hijos fueron separados y los de Palau residen actualmente en España, mientras que los de Bosé se quedaron con él en México.
En una primera demanda, Palau solicitó en España que ambos asumieran la paternidad de los cuatro niños, petición que fue rechazada, aunque el tribunal sí estableció un régimen de relaciones entre los cuatro menores. Ante esta resolución, el escultor recurrió al Tribunal Supremo, institución que finalmente resolvió que no existe filiación entre los cuatro niños.
El tribunal explica además que, según la ley española, una vez terminada la relación afectiva de los progenitores “se establece para estas situaciones el cauce de la adopción que pudieron seguir las partes durante la convivencia y que, una vez rota la pareja, es inviable”.
Tras su separación, la guerra judicial entre Miguel Bosé y Nacho Palau se intensificó. Mientras Bosé permaneció en México, Palau regresó a España y estableció su residencia en su ciudad natal, Valencia.
Bosé siempre ha mantenido silencio sobre una relación que se mantuvo en secreto durante la más de las dos décadas que duró, mientras que Palau ha participado en programas de televisión para hablar de ella.
La sentencia dicta que los hijos de ambos no son hermanos pues “carecen de lazos biológicos”.