Por Sergio García
NOGALES, Son.- Estos meses he estado trabajando con un grupo de mujeres maravillosas. Y me he preguntado… ¿Qué hace a una mujer, con esa dualidad de delicadeza y fortaleza, venir desde París, Berlín, México o Portugal a recorrer los peores caminos de Sonora?…
Te cuento amigo lector, lectora, que he tenido casi dos meses de intenso trabajo.
A finales de febrero llegó a Nogales un equipo de National Geographic, luego de algunas semanas de preparativos. El equipo de camarógrafos y productores era comandado por la talentosa Mariana Van Zeller, originaria de Portugal.
Con su firmeza, capacidad y paciencia se realizó un buen trabajo de grabaciones por los más bravos lugares de Nogales. Recorrimos la ciudad desde la Buenos Aires hasta Mascareñas, pasando por Cíbuta, La Arizona y la Kennedy. La femineidad, capacidad y el talento fuisonados en una sola mujer. Enamorada de los tacos de asada, pero también del restaurante La Roca, emblema de Nogales.
Luego llegó Eunice Adorno, chilanga, defeña, mexiquense. En tres días recorrimos Hermosillo, Guaymas, y Empalme. La joven venía por un documental fotográfico en canchas deportivas, especialmente en comunidades indígenas. Por eso, en plena Semana Santa recorrimos Vícam, Pótam, Ráhum, Huírivis, y Tórim, la tierra de mi amigo eterno, Don Octaviano Jécari Espinoza.
Igual estuvimos en San José de Guaymas, La Atravesada, en Empalme y en la Presa de Hermosillo. Eunice es una piedra en el zapato. Trabajo con ella por puro amor al arte. Al final termina uno tablas, pero todo cansado. Pero ahí estoy ayudando, porque su trabajo es para la UNAM o para el INBA.
Eunice tiene una lente experta y profesional, que trabaja blanco y negro, y con rollos de película.
Cuando se fue Eunice, llegué a casa, estuve un día, y me fui en camión a Tecate, Baja California Norte, a donde llegué como a las 5:00 de la mañana. Me sorprendió el clima fresco, su verdor, sus parques hermosos y su plaza primorosa, frente al Palacio Municipal.
Estuve haciendo un trabajo de scouting para un documental para la televisión holandesa. Viajé solo, por Tecate, Mexicali, Tijuana y Ensenada… Una pesadilla llena de aprendizaje. Terminé todo cansado 9 días después en mi casa, luego de un viaja de 16 horas desde Ensenada.
Descansé un día más y me fui para Hermosillo donde recibí a una joven francesa, Charlie, de apenas 24 años, antropóloga, con maestría en Perú y España.
Espigada, y de ojos azules, sonriente y muy dinámica. Bronca, aventurera y sin miedo a los peligros. Es una reportera en busca de lo suyo. Viajó desde Martinica a Honduras, y de ahí a México, viajando en tren y en camiones llegó a Nogales… Siempre tras los migrantes, como los apaches detrás del búfalo, durmiendo en hoteles de mala muerte.
Anduvimos en mi vetusto carro. Sin refrigeración, sin comodidades y sin cinturón de seguridad. Pero no se quejó una palabra. Nos quedamos tirados en el monte, sin carro, pero nos bajamos y caminamos por los cerros, arroyos y el monte. Ella sin miedo, y yo con el pendiente de los sicarios. Luego de 45 minutos de caminata, el muro de un metro de altura en Santa Cruz la sorprendió y se dio cuenta de la falsedad del discurso migratorio.
Al fin se fue el 10 de abril, con toda una experiencia desde la frontera. Tomó un boleto de autobús Nogales-Saltillo-Monterrey-Reynosa, Tamaulipas… Una ruta llena de peligros.
Por fortuna se estuvo reportando de la ruta en donde andaba. Algo de riesgo.
El 11 de abril llegó Ronja, una joven alemana, rubia, de ojos de un indefinible color claro. Reportera de radio, del área cultural. Dos licenciaturas, en Germania y Estados Unidos. Periodista cultural.
Fui por ella al aeropuerto de Hermosillo y desde ahí salimos hasta Altar, la zona de peligro. Un volcán.
Viajamos entre Altar y Caborca, a donde entrevistamos a un artista visual, escultor, pintor, fotógrafo y promotor de la cultura, junto con su esposa, antropóloga, un bebé de un año, y con una linda casa en medio del desierto.
Fue una odisea, marcada por el riesgo permanente de andar en esas zonas, entre el monte, las casas, las zonas arqueológicas, el café y la Iglesia del Padre Prisciliano Peraza… Todo un personaje, verdadero hombre de Dios, experto en los asuntos espirituales y también expero en el arte de sobrevivir en una de las zonas más peligrosas de México… Y Ronja lo entevistó.
Al fin Ronja, sonriente, feliz, por el trabajo logrado, se fue el viernes 14 de abril en un vuelo Hermosillo México. Se fue enamorada del desierto, de Sonora.
Todo esto que he escrito tiene dos fines: Primero, platicarles algo del motivo de mi ausencia de las redes, algo de mis aventuras por Sonora; y, segundo, reflexionar sobre el valor de estas mujeres maravillosas.
Y digo MUJERES MARAVILLOSAS por que atravesaron el mundo para venir a encontrarse con un servidor en medio de este inmenso y rural Estado de Sonora. ¿Qué motiva a estas maravillosas mujeres a realizar estos incómodos viajes? ¿Por qué abandonar la belleza de París, de Berlín, Lisboa, Ciudad de México para venir a tragar el polvo de Altar, Vícam, Nogales o Santa Cruz?
… Y la respuesta es, la curiosidad intelectual, las ganas de hacer periodismo en estas tierras peligrosas e inhóspitas, hacer extraordinarios reportajes gráficos, documentales, videos, podcast.
Mi trabajo como fixer en Sonora, es guiarlas con seguridad y consejos hacia el objetivo de sus investigaciones. Alejarlas de los peligros, pero que se vayan con la satisfacción del deber cumplido.
Son Mujeres Maravillosas que valen por sí solas, que definen desde una hermosa femineidad a esa mujer valiosa que necesita nuestro siglo. ¡DIOS BENDIGA Y PROTEJA EN SUS RUTAS A ESTAS MUJERES MARAVILLOSAS!