Tras permanecer siete meses en ese laboratorio orbital, los cuatro tripulantes de la octava misión espacial comercial de la NASA y SpaceX Dragon partieron este miércoles rumbo a la Tierra desde la Estación Espacial Internacional (EEI).
La nave espacial se separó de la EEI pasadas las 17:05 hora del este de Estados Unidos de este miércoles y tiene programado amerizar el próximo viernes en una de las múltiples zonas disponibles frente a la costa de Florida.
Según la propia agencia espacial, los astronautas de la NASA, Matt Dominick, Mike Barratt y Jeanette Epps, junto con el cosmonauta de Roscosmos Alexander Grebenkin, se desacoplaron del puerto frontal del módulo Harmony de la Estación Espacial Internacional a bordo de la nave espacial SpaceX Dragon.
Después de dos semanas de retrasos debido a las condiciones meteorológicas adversas, la cápsula Dragon se despegó de la EEI, mientras ambas naves espaciales volaban a 260 millas sobre el Océano Pacífico.
Estos vuelos comerciales iniciaron en 2020 y han permitido a Estados Unidos volver a enviar astronautas desde suelo estadounidense tras la cancelación en 2011 del programa de transbordadores espaciales.
Desde el último vuelo del transbordador Atlantis a la órbita terrestre en 2011, la NASA se había visto obligada a utilizar únicamente los sistemas de lanzamiento rusos como el Soyuz para poner en órbita a sus astronautas.
Originalmente se suponía que la misión duraría unos seis meses, pero el tiempo adicional en el espacio hizo que el Crew Dragon Endeavor de Crew-8 estableciera un nuevo récord de tiempo pasado en órbita, 232 días.
Para el regreso, hay ya gran expectativa sobre la llegada de la cápsula Dragon de SpaceX, utilizada principalmente con paracaídas para aterrizar a la Tierra, ahora tiene un método de aterrizaje alternativo en caso de emergencia.
Este sistema de aterrizaje propulsivo, que había sido descartado por cuestiones de seguridad, está diseñado para entrar en acción si los paracaídas fallan, ofreciendo una alternativa segura y efectiva.
Cuando SpaceX comenzó el desarrollo de Dragon, la idea inicial era que el aterrizaje se realizara mediante los SuperDraco.
Estos motores frenarían la cápsula durante su descenso, extendiendo sus patas de aterrizaje justo antes de tocar tierra. Sin embargo, NASA optó por los paracaídas, considerando que era una opción más segura y confiable.
Una de las principales preocupaciones era la posibilidad de que los compartimentos de las patas retráctiles crearan puntos vulnerables que podrían calentarse peligrosamente durante la reentrada.