Virus y bacterias son responsables de la mayoría de las cánceres, informa la Asociación para la Investigación del Cáncer de Estados Unidos

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La mayoría de los casos de cáncer de estómago están causados por bacterias.

La mayoría de los cánceres de cuello de útero y algunos cánceres genitales y orales están causados por un virus, y ciertas infecciones virales crónicas pueden provocar cáncer de hígado.

Un nuevo informe publicado por la Asociación para la Investigación del Cáncer de Estados Unidos, calcula que este tipo de infecciones son responsables del 13 por ciento de todos los casos de cáncer en el mundo.

Pero saber qué infecciones pueden derivar en cáncer significa que los científicos también tienen una buena idea de cómo evitar que lleguen tan lejos: existen vacunas y medicamentos eficaces para prevenir y tratar estas infecciones, y pueden detectarse a tiempo mediante pruebas diagnósticas.

Michael Pignone, catedrático de la Escuela de Medicina de Duke y miembro del comité directivo que supervisó el informe, dice que los progresos realizados en prevención y tratamiento de estas infecciones son razones para destacarlas.

“Estamos cerca de convertir en enfermedades raras lo que antes habrían sido algunos cánceres comunes”, indica.

VPH

Existen más de 200 tipos del virus del papiloma humano (VPH), entre ellos una decena que aumentan significativamente el riesgo de cáncer cervical, genital y oral.

La mayoría de las personas infectadas por el VPH lo eliminan por sí solas, pero un 10 por ciento de las mujeres con infección por VPH en el cuello uterino desarrollará una infección persistente por un tipo de alto riesgo.Esta infección puede hacer que las células se reproduzcan rápido e inactiven las proteínas que suprimen los tumores, dice Denise Galloway, directora científica del Centro de Investigación Integrada de Tumores Malignos Asociados a Patógenos del Centro Oncológico Fred Hutch de Washington.La mayoría de las personas sexualmente activas se infectarán con el VPH al menos una vez en su vida. El uso del preservativo puede proteger frente a esta infección, aunque no totalmente. La vacunación da mayor protección.”Si se vacuna a quien es joven, el riesgo se reduce a cero”, asegura Galloway.Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomiendan dos o tres dosis de la vacuna contra el VPH a partir de los 11 o 12 años y hasta los 26 años. Algunos adultos mayores también pueden optar por vacunarse.Las investigaciones señalan, sin embargo, que muchos jóvenes que cumplen los requisitos para vacunarse no lo han hecho.”Aumentar las tasas de vacunación es la estrategia más importante a largo plazo”, dice Pignone. La detección temprana también es esencial para tratar las anomalías celulares causadas por el VPH antes de que se conviertan en cáncer.Los médicos pueden detectar la infección con un frotis vaginal o cervical. Muchas personas se hacen la prueba del VPH al mismo tiempo que la citología vaginal.

Hepatitis B Y C

Existen virus que provocan cáncer porque causan inflamación en las células hepáticas, afirma Sunyoung Lee, oncólogo gastrointestinal del MD Anderson Cancer Center de Texas.La inflamación crónica provoca acumulación de tejido cicatricial en el hígado (cirrosis), que es un importante factor de riesgo de cáncer. En ciertos casos, la hepatitis B también puede causar directamente cáncer al alterar las células sanas del hígado.Tanto la hepatitis B como la C pueden transmitirse por contacto con sangre, semen u otros fluidos corporales. En Estados Unidos, la hepatitis C es más frecuente entre consumidores de drogas intravenosas que comparten agujas. La hepatitis B suele transmitirse de madre a hijo.Los médicos pueden detectar ambas infecciones con análisis de sangre.Existe una vacuna muy eficaz contra la hepatitis B, y desde 1991 se recomienda vacunar a los niños contra el virus. Los adultos de hasta 60 años y los de cualquier edad que presenten determinados factores de riesgo deben someterse a las pruebas de detección y vacunarse, si aún no lo han hecho.No hay vacuna contra la hepatitis C, pero no compartir agujas es la mejor forma de prevenir el riesgo de infección.Los medicamentos antivirales pueden curar la hepatitis C, dice Lee. Pero a menudo los pacientes permanecen sin tratamiento durante años porque no se dan cuenta de que su infección es grave y requiere tratamiento, o pierden el contacto con el sistema de salud.Una exposición prolongada al virus puede dañar el hígado y aumentar el riesgo de cáncer hepático.La hepatitis B puede ser desde una infección aguda leve hasta crónica. Estas infecciones persistentes requieren tratamiento. Dado que suele transmitirse de madre a hijo, las mujeres embarazadas deben someterse a las pruebas.

H. Pylori

Las infecciones por H. pylori son muy frecuentes: casi la mitad de la población mundial es portadora de la bacteria, pero sólo entre el 1 y el 3 por ciento de ellos desarrollará cáncer.

Los científicos no están completamente seguros de por qué ocurre esto ni de cómo la bacteria causa el cáncer, señala Nina Salama, vicepresidenta senior de educación del Centro Oncológico Fred Hutch e investigadora del H. pylori.La bacteria se encuentra en saliva, placa dental y heces.

Salama indica que las infecciones suelen producirse en la niñez por contactos familiares estrechos o vivir en casas hacinadas. La mayoría de las personas es asintomática.

La infección produce inflamación crónica en el revestimiento del estómago, lo que favorece el cáncer, dice Salama. Las bacterias también introducen proteínas tóxicas en las células que pueden causar mutaciones. La cepa de la bacteria y la genética de la persona también pueden influir.

La mejor forma de prevenir el contagio en las familias es evitar compartir platos, vasos, cubiertos y cepillos de dientes, dice Salama. Lavarse las manos con agua y jabón durante al menos 20 segundos antes de preparar la comida o comer, o después de ir al baño, eliminará el virus.

Salama señala que en Estados Unidos no se realizan pruebas rutinarias de detección del cáncer gástrico. Pero las personas con úlceras de estómago, dolor de estómago o heces sanguinolentas deben someterse a pruebas de detección de la bacteria.

Los médicos tratan las infecciones por H. pylori con antibióticos y suelen recetar fármacos que reducen el ácido y protegen el revestimiento del estómago.

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