Desde hace diez años, Antonio Méndez lleva a cabo una caminata de 50 millas durante tres días para crear conciencia sobre las dificultades que enfrentan los inmigrantes al llegar a Estados Unidos.
“Hice mi primera caminata en 2014, un año después de que se celebró la primera misa para los inmigrantes”, dice.
Recuerda que estaba mirando las reliquias de Santo Toribio Romo, recién traídas a la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles, cuando se enteró de que había una misa dedicada a los migrantes.
Santo Toribio es un sacerdote católico mexicano convertido en mártir luego de que fue asesinado durante la persecución anticlerical de la Guerra de los Cristeros en México.
“Fue cuando le dije al padre Martín si podía llegar caminando a ver la misa”.
Antonio dice que empezó caminando desde la ciudad de Lake Forest en el condado de Orange hasta la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles, alrededor de 45 millas.
Tras cinco años de realizar la caminata-peregrinaje entre Lake Forest y la Catedral de Los Ángeles, cambió la sede de inició a la Misión de la Basílica de San Juan Capistrano.
“Son 50 millas las que camino durante tres días, para llegar justo el día de la misa para los inmigrantes”.
Explica que aunque arrancó solo a andar por las calles, poco a poco se le fue sumando gente a su causa.
Sin embargo, Antonio prefiere no dar números de cuántos caminantes logran llegar a la Catedral.
“No se trata de números, porque las personas se van uniendo a lo largo del camino, muchas veces el segundo o tercer día; y algunas debido a su condición física, se cansan y terminan por hacer parte del tramo en carro”.
Pero eso sí – dice – que antes de la pandemia, los caminantes por los migrantes eran muchos más.
Entre quienes lo han acompañado destaca monseñor Michael O’Connor, fallecido en febrero de 2023.
Usualmente – comenta – que salen temprano cuando la mañana aún está fresca y el sol pega fuerte, y caminan todo el día hasta cerca de las seis de la tarde.
“Es mejor empezar temprano para no estar tan presionado por el tiempo”.
Dice que no salen con una agenda planeada de dónde comer o pasar la noche.
“A veces nos dan hospedaje por donde vamos pasando; o podemos llegar a restaurantes de comida rápida; en ocasiones, algunas parroquias nos dan comida y techo, y también paramos en lugares a descansar”.
Platica que durante la caminata van rezando, y es un tiempo que sirve para aclarar la mente y los pensamientos, ya que considera vivimos muy de prisa.
Antonio, padre de cuatro hijos, y quien se gana la vida en la construcción, dice que nunca pensó cuando decidió hacer la primera caminata por los inmigrantes, que la continuaría cada año.
“Los migrantes siempre han sido menospreciados, no solo ahora. Un día, un amigo suyo latino que llegó antes de los años 70 y 60 a este país, me platicó que una vez que buscaba entrar a un baño en Texas; por un lado, decía para blancos; y por otro, para afroamericanos. Y él se preguntó dónde quedo yo. La segregación ha existido siempre, y seguirá si no hacemos nada”.
Dice que no se puede ignorar que los abusos contra los inmigrantes, están pasando también en otras partes del mundo con mujeres y niños que mueren en el camino entre África y Europa.
“En Los Ángeles, desde que estaba el obispo Onésimo Cepeda empezamos a ver mucha persecusión, abusos y discriminación contra los inmigrantes, pero es algo que siempre ha estado ahí”.
Él mismo cuando emigró a este país en los años 80, no la tuvo fácil.
“Venía con un amigo y como no teníamos donde dormir, nos quedamos en la calle. Solo tenía una moneda de 25 centavos en mi bolsillo. Un camión Greyhound nos trajo al centro de Los Ángeles. Con el tiempo me di cuenta que nos había dejado cerca de la Catedral”.
Antonio de 64 años de edad, es originario del estado de Michoacán, y reside en la ciudad de Lake Forest al sur del condado de Orange.
Este año, la misa de reconocimiento para los migrantes tendrá lugar el domingo, 29 de septiembre en la Catedral de Los Ángeles.