INTRAVAGARIO: EL OFICIO DEL PERIODISTA Y EL TRABAJO DE INFLUENCER

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Por Sergio García

Federico El Güero Hans Hagelsef, colega en el oficio de la reporteada, se encuentra aún delicado en el Hospital del Seguro Social de Hermosillo.

Su hijo Federico, informó ayer que aun El Güero está delicado, con una bala de AK47 alojada en un pulmón. Para operarlo necesitan primero estabilizarlo.

Le deseamos la recuperación elevamos al cielo nuestras oraciones por su pronta recuperación.

Ya pasado el susto debemos anotar algunas cosas respecto del oficio periodístico.

Han surgido cientos de “reporteros” y “periodistas” a causa de las redes sociales, lo cual en su mayoría ha sido benéfico para la sociedad.

Actualmente cualquier persona con un celular en la mano reporta cualquier hecho de interés público. Denuncias espontáneas, casos de corrupción, secuestro, acoso, narcotráfico, todo se puede documentar.

Hay un sector, exitoso también, de internautas que se han dedicad a propagar las buenas noticias y las buenas ideas.

Pero hay una plaga de “influencers”, facebukeros o facetivistas, que se han dedicado a informar sobre la nota policiaca, especializándose en ello.

Estos nuevos “reporteros” han dado con una veta que los ha hecho famosos, y la adrenalina se sube al tope cuando recibes llamadas, informes, de tal o cual tragedia… Y tú serás el primero en publicarla o transmitirla en vivo.

Incluso hay gente de la sociedad que se han dado a la opinión libre y soberana en redes sociales. Pero publican notas políticas, o que tienen el ojo crítico puesto en el quehacer social y político.

Todo esto es intrínsecamente bueno, positivo para la sociedad.

EL OFICIO PERIODÍSTICO

Pero los que nos dedicamos al oficio periodístico, tenemos OFICIO, experiencia, en la labor y sabemos cuando avanzar, y cuando retroceder.

Este año yo, Sergio García, he recibido tres amenazas de muerte. Por distintos conductos, pero procedentes de la misma fuente. Y di acuse de recibo. Modificamos algunas cosas de nuestro trabajo, porque sabemos hasta donde llega la libertad de expresión. Sabemos medir el tamaño del enemigo, del cobarde que espera a agarrarte de espalda y meterte 5 balazos como al Güero Hans… También sabemos que no tenemos ganas de recibir semejante agresión.

Sabemos que no hay quién nos proteja las 24 horas. Ni aquí, ni en China, ni en Estados Unidos.

El oficio que se adquiere en el PERIODISMO VERDADERO, se tiene por la experiencia de convivir con el gremio, con la fuente, y de tener códigos de conducta y comportamiento.

El público no necesita consumir notas al instante de matanzas o tragedias, si eso le va a costar la vida al mensajero.

Sabemos que para llegar siempre antes que la policía a la escena del crimen, el reportero o facebukero recibirá información, llamadas de contactos con la maña, con el narco y con lo más oscuro de la policía.

Nosotros, los reporteros CON OFICIO, también tenemos esos contactos, pero no nos dejamos utilizar, porque antes que la fama está cuidar de nuestras vidas. Porque no seremos mensajeros de grupos de narcos. Porque la empresa a la que pertenecen los compañeros periodistas DE OFICIO, cuidan a su personal y le prohíben arriesgar la vida.

A veces han ocurrido tragedias como la de Alfredo Jiménez Mota, mi gran amigo. Son excepciones.

El facebukero, el influencer, anda por la libre. Sin rienda. Muchas veces utilizado por el narco, asalariado del narco. Y no señalo a nadie. Hay buenos y no tan buenos.

Por eso es que ocurren esas tragedias cada vez más seguido, porque andamos entre las patas de los caballos. Pero hay quien lo hace con OFICIO y hay quien sólo lo hace por adrenalina.

El sabor de la adrenalina ya la probamos, y aprendimos a hacer periodismo recio, fuerte, de peso. Pero también vemos los signos de los tiempos, y el monstruo del crimen organizado, sea narco, o sea político, ha crecido; y ya no respeta a nadie. Ni a periodistas, ni empresarios, vaya, ni a los socorristas de la Cruz Roja respetan.

Es tiempo de andarse trnaquilos, de bajo perfil. De meter la cabeza en el refrigerador y pensar frío, dice mi gran amigo Manuel Portillo Lugo, quien fue de esos periodistas recios, pero con OFICIO.

El Estado no nos puede andar protegiendo siempre, cuando hacemos del oficio un riesgo permanente de muerte. Cuando ofendemos de manera constante al político… Cuando pretendemos “agarrar de bajada” a alguien…

Esos pleitos personales también acaban en tragedias, y siempre el periodista es el que sale perdiendo. Ahí tenemos el caso de El Gato Félix y Jorge Hank Rohn. El caso del propio Alfredo Jiménez Mota. Y el de Benjamín Flores.

Tenemos el caso de Jesús Blancornelas, quien aparte de ser baleado, vivió toda su vida en una cárcel, huyendo de sus potenciales asesinos. Eso no es vida, tener tu casa siempre invadida y rodeada de policías… y el Estado no tiene recursos para cuidar a tantos de nosotros. Es la realidad, aunque nos enoje.

Por eso, reflexiono con tres conclusiones:

Primero, amigo, amiga, no consuma ese tipo de transmisiones sangrientas y de escándalo, para que no se arraiguen en nuestra vida.

Segundo, compañero feisbukero, influencer, reportero, bájale dos rayitas, porque no habrá quien te defienda. Sé prudente. Aprende. Sé discreto. Muestra OFICIO.

Tercero, reunámonos a intercambiar experiencias, periodistas, reporteros, influencers, para mejorar la seguridad personal de todos.

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