La Cumbre de la OTAN ha concluido y entre las resoluciones del organismo se incluyen la continuidad de las inversiones del bloque en el belicismo permanente.
La doctrina de la guerra permanente es negocio redondo y en Washington los dignatarios dan sus discursos y salutaciones finales ante la Cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
No hay opciones libres de riesgos en una guerra. Recuerden que el mayor costo y el mayor riesgo es que Rusia ocupe Ucrania. No podemos dejar que esto ocurra, advirtió Jens Stoltenberg. Secretario General de la OTAN.
Otras resoluciones de este cónclave militarista que cumple 75 años incluyen incrementar la asistencia militar y logística en el conflicto en Ukrania, así como el despliegue -a corto plazo- de sistemas de misiles en Alemania.
En este marco, sin embargo, activistas del movimiento antimilitarista denuncian a la OTAN como un instrumento de injerencias y amenaza para la paz y el orden global.
La última vez que dignatarios y representantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte se dieron cita en Washington fue hace alrededor de 25 años. Sin embargo, en las últimas décadas el contexto geopolítico, global, así como la situación socioeconómica y política en Estados Unidos, ciertamente han cambiado.
Así, Estados Unidos, Alemania y el Reino Unido son los mayores contribuyentes a este sistema de “defensa mutua”. Casualmente, estos países son los mismos que representan a la mayor parte del sistema corporativo del Complejo Militar Industrial. De allí que la doctrina de la guerra interminable sea el negocio más rentable para estos conglomerados político-financieros.