A partir de un reciente estudio científico, la Secretaría de Salud emitió una alerta por el hallazgo de xilacina mezclada con fentanilo y heroína, una combinación conocida como ‘droga zombie’ o tranq dope, en al menos dos ciudades del estado de Baja California.
De acuerdo con la información proporcionada por la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama), la xilacina es un sedante no opiáceo aprobado en México para uso veterinario, pero no para consumo humano.
Esta sustancia es hasta 50 veces más potente que la morfina y funciona como analgésico y relajante muscular para bovinos, equinos, caninos y felinos.
Debido a sus efectos psicoactivos y a que prolonga el efecto de drogas como la heroína, los grupos criminales han usado este fármaco de bajo costo como adulterante al menos desde el año 2000.
Al respecto, un estudio del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz —financiado por el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt)— reveló que en México este sedante también está siendo utilizado para potenciar las sensaciones que desata el fentanilo.
En Tijuana y Mexicali, los especialistas encargados del proyecto analizaron 300 muestras y encontraron que había xilacina en 35 residuos de heroína mezclada con fentanilo, mientras que dicho sedante estaba presente en otros 26 residuos de fentanilo.
Conviene especificar que para atender una sobredosis de fentanilo se suele recurrir a la naloxona, un medicamento capaz de revertir los efectos de los opioides. No obstante, el fármaco resulta inútil para contrarrestar la acción de sedantes como la xilacina, la cual actúa como un depresor del sistema nervioso central.
Y aunque hasta abril de 2024 no se han registrado intoxicaciones asociadas al uso de la xilacina mezclada con otras drogas en México, la Secretaría de Salud alertó al personal sanitario y primeros respondientes en Baja California para “reforzar la vigilancia y la atención oportuna de los síntomas de una posible intoxicación”.
Es precisamente en las ciudades fronterizas de Baja California donde la población ha sufrido la proliferación de este tipo de drogas, pues la zona es utilizada por los cárteles como un laboratorio callejero para estudiar las dosis que puede soportar una sola persona.
Acorde con un análisis del Centro Binacional de Derechos Humanos citado por El País, los grupos criminales distribuyen estas drogas en las calles de Tijuana y Mexicali para observar sus efectos antes de venderlas en Estados Unidos.
Datos del Instituto Municipal Contra las Adicciones (Imcad) en Tijuana señalan que alrededor del 70% de los consumidores de fentanilo son personas en situación de calle y, en muchas ocasiones, no son conscientes de las sustancias que introducen a su cuerpo, lo que dificulta su tratamiento.