En los últimos años, la preocupación por la pérdida de polinizadores, como las abejas y otros insectos, ha alcanzado proporciones preocupantes. La disminución de estas criaturas esenciales plantea serias amenazas para la seguridad alimentaria y la biodiversidad global.
En este contexto, los minirobots desarrollados en el Laboratorio de Sistemas Microrrobóticos Autónomos de la Universidad Estatal de Washington, Estados Unidos, ofrecen una prometedora solución.
¿Qué los hace tan especiales? Estos serían los microrobots completamente funcionales más pequeños, ligeros y rápidos jamás creados, indica el estudio publicado en la revista IEEE Xplore.
Insectos, máquinas perfectas
El desarrollo científico avanza rápidamente y a contrarreloj, pero no siempre logra el ritmo necesario para vencer en la frenética carrera por vencer los desafíos que plantean problemáticas como el cambio climático.
Crear robots que imiten los movimientos de los insectos no es tarea fácil. Los científicos llevan mucho tiempo investigando la forma de obtener fuentes de energía tan eficientes como las de la naturaleza.
“Nuestro equipo busca usar los principios que vemos en la naturaleza, pero no estamos intentando replicarla”.
Néstor Pérez-Arancibia, director del Laboratorio de Sistemas Microrobóticos Autónomos, para la revista Washington State
Un aspecto que se destaca en la publicación es su capacidad para funcionar a frecuencias asombrosas de hasta 40 Hz y levantar cargas que son 155 veces más pesadas que ellos mismos, lo que revela un potencial revolucionario.
En una entrevista para el sitio The Spokesman-Review, el investigador Conor Trygstad comentó que “los insectos son máquinas perfectas, más rápidos y fuertes que los humanos en relación con su tamaño”.
Roboescarabajo, un pequeño fortachón
En el laboratorio de innovación los científicos han dado vida a “MiniBug”, un rastreador microrrobótico que desafía todas las expectativas.
Este pequeño prodigio funciona con metanol y cuenta con músculos artificiales hechos de aleaciones que son capaces de recuperar su forma original después de haber sido deformadas.
El “Roboescarabajo” puede escalar pendientes, cargar varias veces su propio peso, y caminar durante horas sin detenerse.
En este laboratorio los insectos robot cobran vida gracias al intelecto y creatividad de los estudiantes de doctorado que los diseñan.
¿Cómo lo hacen? Utilizando placas de microcircuitos, sensores, capas de fibra de carbono y otros materiales para construir estos asombrosos miniautómatas. Pero eso no es todo, también trabajan en los controladores, es decir, algo así como los cerebros artificiales que guían a estos robots.
Roboinsectos al servicio de la investigación
La más reciente creación de este laboratorio es “Water Strider”, un prototipo inspirado en los insectos que “patinan” sobre el agua. Mide solo 22 mm de longitud y desafía las expectativas al moverse sobre el agua a una velocidad de hasta 0.28 veces su propia longitud por segundo.
Asimismo, el equipo menciona que sus prototipos de insectos pueden tener múltiples e importantes usos potenciales como:
- Polinizar cultivos;
- Localizar a personas atrapadas en edificios tras terremotos u otras catástrofes naturales;
- Recoger datos de vigilancia de zonas contaminadas.
- Explorar cuevas u otros sitios de interés científico donde los investigadores no pueden llegar.
En un mundo donde el tamaño no siempre refleja la grandeza, estos minirobots nos muestran nuevos avances que podrían moldear el futuro de la tecnología y llevarnos a lugares donde nunca pensamos que podríamos llegar.