Nueva York.- La pandemia, la guerra y ahora la sequia.
Los árboles de olivos se han marchitado en Túnez, el Amazonas brasileño enfrenta su temporada más seca en un siglo. Los campos de trigo están diezmados en Siria e Irak, empujando a millones de personas hacia la hambruna después de años de conflicto.
El Canal de Panamá, que es una arteria vital para el comercio, no lleva suficiente agua, lo cual significa que menos barcos pueden pasar por allí.
El temor a la sequía ha provocado que India, que es el exportador más grande de arroz, restringiera la exportación de la mayoría de las variedades de ese grano.
Las Naciones Unidas estiman que 1.84 billones de personas en todo el mundo, casi la cuarta parte de la humanidad, vivieron con sequía en el 2022 y 2023, la vasta mayoría son países de bajos y medianos ingresos.
“Las sequías operan en silencio, usualmente sin ser notadas y no han generado una respuesta pública y política inmediata”, escribió Ibrahim Thiaw, jefe de la agencia de las Naciones Unidas que emitió las estimaciones al final del año pasado, en un reporte.
Muchas sequías en todo el mundo han ocurrido en un momento en que hay temperaturas globales con un alto récord y el incremento de los precios de los alimentos debido a la inflación, la invasión rusa a Ucrania, que son dos países que son importantes productores de trigo, han alterado la cadena de suministro de alimentos, castigando a la gente más pobre del mundo.
En el 2023, el precio del arroz, que es un grano básico para la mayoría global, estuvo al más alto nivel desde la crisis financiera global del 2008, de acuerdo a la Organización de Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas.
Algunas de las actuales condiciones calientes y anormalmente secas han empeorado debido a la quema de combustibles fósiles que causan el cambio climático.
Una cifra récord de 258 millones de personas enfrenta lo que las Naciones Unidas considera como un “hambre aguda” y algunos están a punto de sufrir hambruna.