El juicio a García Luna revela los códigos de la policía para pasar drogas en el aeropuerto de Ciudad de México

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La Fiscalía llama a declarar a un exagente mexicano y a un testaferro del Cartel de Sinaloa para revelar cómo los sobornos millonarios aceitaron la maquinaria del crimen organizado en todo el país

Genaro García Luna…

NUEVAYORK.- (ELPAIS.COM) Narcos que entraban a sus anchas en los aeropuertos más importantes de México, policías federales que ayudaban a los carteles a descargar droga de los aviones, mensajes en clave para sellar el pacto de impunidad. Esas han sido las principales revelaciones de la última audiencia en el juicio contra Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública del Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), este martes en la corte de Brooklyn.

La Fiscalía llamó a declarar a Raúl Arellano, el primer exagente mexicano que ha tomado el estrado en el proceso judicial, y a Israel Ávila, un testaferro del Cartel de Sinaloa que inundó de cocaína las terminales aéreas del país.

“Me sentí muy cansado y decepcionado, y decidí retirarme”, afirmó Arellano, que se presentó ante al jurado como un elemento asqueado por la corrupción policial durante la etapa álgida de la guerra contra el narcotráfico.

“Los principios en los que creía fueron pisoteados”, agregó. Ávila, por su parte, ha dado el tercer testimonio que acusa directamente al exfuncionario de recibir sobornos multimillonarios. “La máxima cantidad que a mí me tocó ver fueron cinco millones de dólares”, aseguró.

79 y 40: El código de la droga y el dinero

El primer tramo de la audiencia estuvo marcado por el testimonio de Arellano, un antiguo elemento de la Policía Federal que estaba en el nivel más bajo de la jerarquía en la corporación. “Mi rol era trabajar 25 días seguidos y descansar los siguientes cinco días”, explicó el testigo, que en 2006 fue asignado al cuerpo de seguridad del Aeropuerto Internacional de Ciudad de México, el más importante del país. Su función principal era cuidar la terminal aérea del tráfico ilegal de “mercancía”: dinero, armas y droga. Con el paso del tiempo, sin embargo, se dio cuenta de que algo estaba mal.

Una o dos veces por semana, casi siempre después de que llegaba un vuelo desde Sudamérica o que salía un avión a Europa o a Norteamérica, los radios de los agentes recibían la misma clave: 45 con 35.

El código 45 se refiere a una instrucción “por orden superior” y el número 35 quería decir “estar pendientes”. Eso significaba que todos los policías de turno debían detener todas sus tareas y quedarse simplemente como estatuas, sin hacer nada.

“No podíamos hacer revisiones, no podíamos detener a nadie, nada, solo teníamos que hacer presencia”, explicó Arellano, que se presentó al tribunal con un modesto traje de tres piezas color gris y una camisa verde limón.

Mientras la mayoría de los agentes se quedaban parados, miembros de un “grupo especial” de la Policía Federal “ignoraban estas órdenes” y desaparecían de la vista del resto de sus compañeros. Cuando coincidían en el comedor policial, esos elementos regresaban eufóricos.

“Estaban contentos de que había pasado ‘la maleta’, como le llamaban a la carga ilegal”, aseguró Arellano. Se refería a dinero y grandes cargamentos de droga. “Objeción”, lanzó César de Castro, el abogado principal de García Luna. El juez Brian Cogan concedió la solicitud y la traducción de esa parte del testimonio no pudo llegar a los oídos del jurado.

El testigo sí pudo contar que mientras él ganaba 8.000 pesos mexicanos a la quincena (unos 400 dólares), los miembros del “grupo especial” llegaban tarde, faltaban cuando querían y al poco tiempo presumían de lujos inasequibles con su salario, como autos deportivos de lujo y joyas. “Hablaban y lo hacían sin ninguna discreción”, relató Arellano.

El hombre habló, incluso, de comandantes policiales que habían mandado a forrar las cachas de sus pistolas con oro, como Guillermo Báez, un jefe corrupto que acabó en la cárcel. Lo más relevante es que el declarante logró vincular la corrupción con García Luna, el antiguo jefe de la Policía Federal.

“Llegué a escuchar que todos estaban contentos”, repitió, “hasta los jefes, el jefe Genaro, el jefe Facundo [Rosas Rosas], Luis Cárdenas Palomino, todos habían recibido su parte”. Se refiere a toda la cadena de mando y a la parte más alta de la vieja corporación. “Hablaban de que habían pasado bien ‘la maleta’ de la 79 [código para droga] y el 40 [dinero]″, zanjó Arellano. Esta vez, De Castro no pudo frenar su testimonio. Objeción denegada. Nota completa: https://elpais.com/mexico/

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