La posibilidad real de que una mujer se convierta en presidenta de México, ante las candidaturas de la morenista Claudia Sheinbaum y la opositora Xóchitl Gálvez, es tan sólo una muestra de que el país supera a Estados Unidos en cuanto a participación femenina en la política.
La mitad del Congreso de México es femenino. El gabinete tiene equilibrio de género. Y ahora, las mujeres han ganado las primarias de los dos principales bloques políticos, lo que hace probable que esta nación tradicionalmente machista elija a su primera presidenta, antes que Estados Unidos, que en el 2024 prevé la repetición del duelo entre dos varones blancos: Joe Biden y Donald Trump.
“Es más probable que la llegada de una mujer a la Presidencia ocurra en México, porque ahí sí existen mecanismos legales que promueven la participación de mujeres para cargos de elección popular, lo cual ha llevado a este desenlace”, dice el politólogo Tony Payán, catedrático de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) y director del Centro Estados Unidos-México de la Universidad Rice, en Houston, entrevistado por El Diario de El Paso.
“El 50 por ciento de los candidatos deben ser mujeres en México por ley, lo cual obliga a buscar mujeres en la política”, señala el catedrático, quien celebra la presencia de Sheinbaum –por Morena– y de Gálvez –por el Frente Amplio por México– en vísperas de las elecciones presidenciales del 2024.
“Ya era hora de que hubiera una mujer candidata ante los problemas como feminicidios y discriminación que ocurren en México. AMLO es un machista que no respeta a las mujeres buscadoras, a las feministas, y tampoco avala el aborto”, pero la nominación de Claudia Sheinbaum a través de una simulación lo reivindica”, asegura Payán.
“En Estados Unidos Hillary Clinton, siendo mejor candidata, perdió ante Trump por la misoginia. Kamala Harris, la vicepresidenta de Joe Biden, es impopular por ser mujer y por eso no gusta a este país, porque no está listo para una mujer en la Casa Blanca, y mucho menos de minoría”, expresa el politólogo.
En contraste, expresa que en Estados Unidos persiste la misoginia profunda en la política, debido a que el país no ha transitado a través de un mecanismo de paridad de género como ha ocurrido en México, donde es natural ver mujeres gobernadoras y en el Congreso, así como a candidatas presidenciales incluyendo a Patricia Mercado y Josefina Vázquez Mota.
Para Mercado, quien ahora es senadora, Sheinbaum y Gálvez se benefician de la frustración de los mexicanos con la política habitual.
“Los ciudadanos que enfrentan muchos problemas en su vida diaria necesitan nuevos actores”, afirmó. “Entre esos nuevos actores hay mujeres”.
Claudia Sheinbaum, de 61 años, quien hasta hace poco fue jefa de Gobierno de la Ciudad de México, derrotó a cinco hombres para asegurar la nominación del partido gobernante, Morena, anunciaron sus funcionarios el miércoles. Si la candidata de izquierda triunfa en las elecciones del próximo junio, también sentará otro precedente, como la primera jefa de Estado judía de México.
Su victoria se produjo días después de que una coalición opositora, el Frente Amplio por México, nominara a Xóchitl Gálvez, de 60 años, ejecutiva empresarial y senadora de origen indígena.
No es Barbie Land
En una nota periodística, el Washington Post, destaca que las mujeres políticas de México están rompiendo los techos de cristal a un ritmo más rápido que sus colegas del otro lado de la frontera. Estados Unidos aún no ha elegido una presidenta. Las mujeres ocupan el 28 por ciento de los escaños en el Congreso, un récord en Estados Unidos, pero un resultado deprimente en comparación con gran parte del mundo.
“No es exactamente Barbie Land, pero el progreso es notable en un país donde las mujeres ni siquiera podían votar hasta 1953”, dice el texto del periódico de la capital de EU, en referencia al mundo de la muñeca Barbie en el cual las mujeres dominan la escena.
Y los constrastes son más amplios. México ocupa el cuarto lugar a nivel mundial en participación femenina en las legislaturas nacionales, según la Unión Interparlamentaria. Estados Unidos ocupa el puesto 71, justo debajo de Irak.
El rápido progreso de México en materia de igualdad de género tiene sus raíces en su transición de un Estado autoritario a una democracia multipartidista. Después de décadas de dominio del Partido Revolucionario Institucional, los políticos reescribieron leyes en la década de 1990 para hacer las elecciones más justas, y los activistas por los derechos de las mujeres aprovecharon el momento.
Esas cuotas se ampliaron gradualmente y, en 2019, México aprobó una enmienda constitucional que establecía el objetivo de la paridad de género “en todo”: en todas las contiendas para cargos electos y en los nombramientos para puestos de alto nivel en los Poderes Judicial y Ejecutivo del Gobierno.