El fentanilo es un analgésico potente que cuesta entre tres y cinco dólares, puede ser consumido en líquido o polvo, y llega a ser hasta 50 veces más fuerte que la heroína o 100 veces más poderoso que la morfina. Es por ello que se ha convertido en un problema de salud pública en los Estados Unidos. La droga mató a 70 mil personas en 2021, y las familias hispanas han sido algunas de las afectadas.
En El Tiempo Latino conversamos con dos familias latinas afectadas por el fentanilo. “Esta droga es un círculo vicioso. Esta sustancia hace que la necesites mucho”, afirmó Marta, una dominicana inmigrante en EEUU que consumió la sustancia.
Para Marta, esta droga te genera una adicción rápida, pues empiezas a sentir los efectos de la abstinencia: “No sé si es psicológico, pero el fentanilo hace que la consumas rápido, tu cabeza piensa que tienes que tenerla en todo momento”.
“Es como vivir en una desesperación constante. Yo viví un infierno con el fentanilo”, aseguró.
Debido a la potencia de esta droga, con sólo dos miligramos puede convertirse en letal. El consumo de este opioide comenzó a intensificarse hace más de una década, pero explotó durante la pandemia del COVID-19.
Ana María, una colombiana inmigrante que perdió a su hijo de 21 años a consecuencia de una sobredosis de fentanilo, contó para El Tiempo Latino cómo la vida de su hijo se desmoronó con esta droga. “Mi hijo pidió ayuda y lo internamos en un sitio de rehabilitación”, narró.
“Él salió de la rehabilitación y quiso entrar en el mundo de la música, pero no estaba lo suficientemente fuerte para no volver a caer en la adicción de esta droga”. Sebastián falleció en marzo de este año, un mes después de salir de su segundo proceso de rehabilitación. “Él quería dejar las drogas, por eso aceptó rehabilitarse”.
Una adicción mortal
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) definen el fentanilo como un opioide sintético mortal. En la actualidad, existen dos tipos de fentanilo: el farmacéutico y el fabricado de manera ilícita.
Los casos más recientes de sobredosis en Estados Unidos están vinculados al fentanilo que se distribuye en el mercado de drogas ilegales.
Esta droga se está mezclando con otras como la heroína y la cocaína por su “extrema potencia”, lo que hace que se vuelva más barata, más potente, más adictiva y más peligrosa, advierten los CDC.
“Para mí, fue difícil ver a mi hijo sufrir por esta adicción al fentanilo, especialmente cuando él no lo quería hacer”, agregó Ana María. “Sebastián quería dejar el consumo, pero el poder de adicción del fentanilo es muy grande”.
Señaló que lo más doloroso fue ver sufrir a su hijo de 21 años por el consumo de esta droga. “Yo lo veía decaído, vomitando, no dormía. Sufrimos nosotros como familia, porque es una impotencia muy grande.
Esta mamá latina aseguró que para los jóvenes es más complicado luchar contra las adicciones. “El fentanilo se lo están poniendo a todas las drogas: la heroína, la cocaína, la marihuana, los vapers, y hasta a las medicinas”.
“Mucha gente joven muere diariamente porque consumen algo que está contaminado con el fentanilo. Esto le pasó a mi hijo”, aseguró Ana María. “El fentanilo lo que hace es poner las drogas más potentes y más adictivas”.
Por su parte, Marta señaló que cuando empezó a consumir fentanilo la adicción se intensificó. “Lo único que piensa tu cerebro cuando estás consumiendo fentanilo es cómo vas a encontrar tu siguiente dosis. Es una pesadilla”.
“Uno de los efectos del fentanilo es que si lo usas en cantidades grandes, el efecto es de somnolencia, una relajación extrema y una sensación placentera”, afirmó.
El daño colateral del fentanilo
Para Marta, el fentanilo acabó con su salud mental. “El fentanilo me destruyó psicológicamente”, afirmó.
“Para mi familia materna, mi adicción era un tabú. Mi hermano mayor me ayudó bastante. Aunque mi hermano me ofreció ayuda, yo decidí quedarme con mi hija, porque fui una niña que se crió sin su mamá, y sufrí abuso mental, físico y sexual, y no quería que ese ciclo lo viviera mi hija”.
Agregó que la relación con su familia paterna nunca volvió a ser igual después de conocerse su adicción a los opioides. “Cuando necesité apoyo moral de mi familia, no estuvieron para mí. Perdoné, pero no olvidé”.
“Me hubiese gustado más apoyo. Yo entiendo que las familias de los adictos sufren mucho, pero aunque ellos no lo crean, la familia es un gran apoyo para el adicto, porque te dan más fuerzas para luchar”.
La dominicana afirmó que lo más importante cuando tienes a una persona adicta en tu familia es hablar sobre el tema y no convertirlo en tabú. “Que la familia sea un apoyo que te va a buscar recursos y asesorar. Hay que tener una conversación cercana con los jóvenes para hacerle entender que no los vas a juzgar”.
“Pienso que las familias a veces tienen vergüenza de decir que tienen un hijo adicto”, dijo. “En nuestra comunidad hispana hace falta más conocimiento sobre el tema de las adicciones”.
Su impacto en la comunidad hispana
La primera llegada del fentanilo a Estados Unidos ocurrió en 2016, con una embestida a Chicago, reseñó Sam Quinones en su libro The Least of Us, que expone una mirada a la destrucción que generó el fentanilo en la sociedad estadounidense. En 2014, aterrizó la segunda embestida de fentanilo, y nada pudo detenerla.
Siendo el fentanilo más barato que otras drogas como la heroína y la cocaína, se convirtió en una droga de fácil acceso para miles de personas.
Sam Quinones, autor y periodista de investigación sobre el fentanilo, explicó que la primera crisis de los opioides afectó principalmente a las personas blancas. Pero el fentanilo se extendió en cada esquina del país, llegando a las comunidades hispanas y afroamericanas.
En 2020, las muertes por sobredosis aumentaron 20%, con 91 mil 799 muertes en Estados Unidos.
Según el Instituto Nacional de Abuso de Drogas, en 2021 se registraron 106 mil 699 muertes por fentanilo. En 2022, la DEA incautó 50,6 millones de píldoras falsas y más de 4 mil kilos de polvo de fentanilo. Esto equivale a más de 379 millones de dosis mortales para los adictos de los opioides.
“Nunca pierdan la esperanza”
Con la adicción al fentanilo, Marta vivió uno de los peores momentos de su vida. Sin embargo, nunca perdió la fe de que podía salir de ese circulo de adicciones que destruyó su vida.
“Nunca pierdan la esperanza, porque sí se puede salir de las adicciones. Vale la pena luchar para salir de esto, porque hay otra vida totalmente diferente lejos de las drogas, una vida buena y feliz. No se rindan”, expresó Marta.
Por su parte, Ana María concluyó que todavía falta mucha información y prevención en las escuelas para que los jóvenes sepan los riesgos de las drogas.
“Yo le recomiendo a los padres que si tienen alguna sospecha del consumo de sus hijos, hablen mucho con sus jóvenes. Tenemos que aprender nosotros -los padres- sobre las drogas para poder enseñarle a nuestros hijos”.