Cuatro de los seis aspirantes han detallado la financiación de sus campañas, salvo Sheinbaum y Velasco. Morena se compromete a hacer públicos los informes financieros la próxima semana, uno de los puntos más calientes de la contienda
Viajes en avión, reservaciones de hospedaje, viáticos para alimentos, gasolina, casetas, carpas y templetes. Esos son algunos de los gastos que los aspirantes a la candidatura presidencial de Morena han dado a conocer en el primer tramo de sus campañas. Aunque el plazo que dio el partido gobernante para transparentar sus informes financieros está previsto hasta la próxima semana, cuatro de las seis corcholatas, como se llama coloquialmente a quienes han levantado la mano para suceder a Andrés Manuel López Obrador, ya han ofrecido una primera fotografía de cuánto dinero han gastado para echar a andar sus campañas.
Ricardo Monreal ha dispuesto de más de 569.000 pesos, un 11% de los cinco millones que recibirá cada participante para la contienda interna, tan solo en la primera semana de recorridos por el país. Adán Augusto López desembolsó unos 395.000 pesos, mientras que Marcelo Ebrard presentó un reporte por casi 281.000 pesos y es el que ha sido más austero hasta ahora. Gerardo Fernández Noroña aún no ha hecho público un desglose completo, pero esta semana aseguró que su Noroñabús, una librería móvil que lo transportará en sus giras, le costó alrededor de 656.000 pesos. Claudia Sheinbaum y Manuel Velasco no han rendido cuentas, pero todavía están dentro de los tiempos pactados con los otros aspirantes y la dirigencia de Morena para hacerlo.
La financiación de las campañas ha sido uno de los puntos álgidos en la batalla por la sucesión. Ebrard, el aspirante que ha buscado marcar el ritmo de la carrera y de la cobertura mediática, puso el tema sobre la mesa prácticamente desde que inició el proceso el pasado 12 de junio. El Consejo Nacional de Morena, celebrado un día antes, dio sólo líneas generales sobre las reglas de competencia y estableció que las corcholatas “deben comportarse de manera austera, sin derroche de gastos publicitarios ni propagandísticos”. También se prohibió el uso de recursos “públicos, empresariales o de actividades presumiblemente ilícitas”.
Para el 16 de junio, Mario Delgado, el líder del partido, anunció que cada aspirante de Morena recibirá una bolsa común de cinco millones de pesos. La cifra también funciona como un “tope de gastos” porque tiene que bastarles hasta finales de agosto, cuando terminan los recorridos y está programado que se levante la encuesta para definir al ganador. Adán Augusto López rechazó hacer uso de esos recursos inmediatamente después, dijo que todo el dinero que utilice saldrá de su bolsillo y ofreció donar los fondos partidistas a comunidades marginadas. Ebrard, que ve esa medida como un requisito necesario para que exista el llamado “piso parejo”, criticó al exsecretario de Gobernación.
Los desacuerdos entre Ebrard y López, hasta hace unas semanas compañeros de Gabinete, fueron el detonante de un pique entre ambos que se ha prolongado en los últimos días. El ex titular de Gobernación fue la primera corcholata en ofrecer cifras sobre lo que ha gastado. El político tabasqueño ha destinado la mayor parte de los recursos a la logística de sus “asambleas informativas”, más de 293.000 pesos, casi tres cuartas partes de sus egresos en la primera semana de recorridos, según lo reportado por su equipo.
El segundo rubro más costoso para él han sido los costos en transporte y combustible. Adán Augusto, como se le conoce a secas, tuvo mitines en ocho Estados ―Jalisco, Zacatecas, Guanajuato, San Luis Potosí, Querétaro, Estado de México, Veracruz y Oaxaca― y trasladarse ahí le costó más de 83.000 pesos. En comida solo gastó poco más de 4.000 pesos, lo que supone que el aspirante y su comitiva gastaron en promedio poco menos de 600 pesos al día en alimentos. En hospedaje ocupó más de 13.000 pesos y otros 1.750 pesos en gastos menores. Aseguró, además, que tiene un cheque por 50.000 pesos para cubrir otros gastos en efectivo.
“¿Y tú le crees?”, cuestionó Ebrard a un reportero el pasado miércoles. “Hasta eso no comemos mucho”, dijo López cuando informó de esas cifras. El ex secretario de Relaciones Exteriores ha puesto en la mira la apuesta de López y Sheinbaum por hacer mitines y actos multitudinarios, ha dicho que él no recurrirá al acarreo durante sus recorridos y ha criticado el “despilfarro” de sus rivales. La ex jefa de Gobierno de Ciudad de México negó que sus colaboradores hayan incurrido en “derroches”, pero el excanciller dobló la apuesta y amagó con presentar denuncias formales.
El gasto más alto de Ebrard, según lo que él ha presentado, fue el acto de arranque de sus recorridos en el hotel Hilton de Ciudad de México. Le costó más de 192.000 pesos alquilar uno de los salones del recinto, más de dos tercios del presupuesto que ocupó en la primera semana, entre el 19 y el 25 de junio. El excanciller aseguró que otros actos no le representaron ningún costo, como reuniones con médicos privados, empresarios o ganaderos y visitas a mercados. Gastó más de 30.000 pesos en viajes en avión a Mazatlán y Puerto Vallarta, y otros desplazamientos terrestres a Hidalgo y al Estado de México le supusieron desembolsar apenas unos 2.000 pesos más. Los traslados en su vocho eléctrico, un coche que ya tenía, pero cuyos arreglos mecánicos fueron un regalo de su esposa hace meses, no le generaron tampoco ningún costo. Destinó unos 8.500 pesos para sus comidas, un promedio de unos 1.200 pesos diarios, aunque hubo un par de días en los que no informó de ningún gasto en alimentos.
El informe de Monreal es menos detallado y engloba sus gastos en seis rubros. Ha invertido más de 444.000 pesos en la logística de sus eventos, alrededor de un 50% más que lo que reportó Adán Augusto López. Eso incluye la renta de templetes, carpas, sonido, sillas y de sitios para celebrar sus actos. Arrancó sus recorridos en Ciudad de México, Hidalgo, Zacatecas y San Luis Potosí. El senador con licencia destinó más de 88.000 pesos en transporte, unos 21.000 pesos en gasolina, poco menos de 4.500 pesos en casetas, 5.000 pesos en hospedaje y 5.000 pesos en alimentos.
“Los aspirantes tienen que tener una autocontención, una moderación porque no le gusta a la gente el derroche y el dispendio, y creo que nuestra lucha siempre fue contra eso”, declaró Monreal, aunque descartó presentar denuncias formales. “Ahorita venía por la carretera de México hasta acá y yo esperaba que al menos una por casualidad apareciera una mía y no, no pude; ni una lona, ni una manta, ni una barda, ni un espectacular. No tengo ninguna sola, pero aquí está la gente y no son las mantas, los espectaculares y las bardas las que deciden”, dijo tras un acto en Michoacán.
El dinero para espectaculares, pinta de bardas y otras evidencias de promoción personal que ha documentado personal del Instituto Nacional Electoral ha sido el gran ausente en los informes de gastos presentados. En otras ocasiones, cuando las corcholatas fueron señaladas por promocionarse cuando aún ocupaban cargos públicos, se deslindaron y achacaron la aparición de propaganda a acciones “espontáneas” de sus simpatizantes. Tampoco se ha dicho nada sobre las personas que apoyan en el reparto de panfletos y colocación de carteles, muchas veces justificado como “trabajo voluntario”.
“El incumplimiento de los términos, más allá de beneficiar a los aspirantes, les hará perder la confianza del pueblo”, se lee en el acuerdo del Consejo Nacional de Morena. Mario Delgado ha defendido que la fiscalización se hará a partir de los informes que los propios aspirantes presenten cada dos semanas. Pero han surgido varias dudas sobre la capacidad y la disposición de otras instancias, como las autoridades electorales, de seguir el rastro del dinero, a la luz de que el proceso interno de Morena no es formalmente ni una precampaña ni una campaña. Entre las sospechas de opacidad, los reclamos mutuos y las controversias sobre el estatus legal del proceso, el tema del financiamiento sigue siendo un punto de choque recurrente, el blanco de los reclamos de los partidos de oposición y el centro de las especulaciones sobre posibles sanciones a futuro.
En lo que toca a la alianza opositora Va por México, que también ha adelantado su proceso para encontrar a su candidato presidencial, el Partido Acción Nacional (PAN) ha dicho que serán las propias fuerzas políticas las que financiarán a los aspirantes y que el comité organizador del proceso interno será el encargado de establecer las reglas y los mecanismos de financiación. Pero los problemas y las dudas alrededor del dinero son prácticamente los mismos que los de sus rivales de la coalición gobernante.
Un mes después de la elección presidencial de 2018, el Instituto Nacional Electoral anunció multas preliminares por 872 millones de pesos contra los partidos por irregularidades en sus informes de campaña, aunque la mayoría de las inconsistencias y omisiones se dio en comicios locales. El Partido Revolucionario Institucional fue el que recibió el castigo más severo y se le ordenó pagar más de 186 millones de pesos. Morena ocupó el segundo sitio entre los más multados: con más de 139,5 millones de pesos. Les siguieron el Partido Verde (107 millones), el Partido del Trabajo (100 millones) y el PAN (89 millones). Se encontraron violaciones de parte de todas las fuerzas políticas con registro nacional.