En noviembre del año pasado Alicia Bárcena se retiraba de la contienda para presidir el BID. Había ingresado a la misma de modo sorpresivo para ella misma, cuando una mañana Andrés Manuel López Obrador la candidateo sin considerar demasiado su opinión o qué chances reales tenía quien había dirigido por 14 años la Cepal.
El movimiento emergió de Palacio Nacional, dejó a un lado a Marcelo Ebrard y terminó, como era previsible, mal. Brasil y Argentina retiraron el apoyo a Bárcena y la candidata fue atacada por congresistas republicanos en Washington al considerarla cercana a Cuba y Venezuela. Esto generó dudas en los demócratas que requerían apoyo de la oposición para refinanciar al banco regional y Bárcena abandonó el cabildeo.
Golpeada, muy celosa desde siempre de su prestigio, le recriminó el paso en falso al entorno presidencial y ya desde ese entonces se le prometió una compensación que llegó hoy martes con la oferta de ser la canciller que cierre el sexenio. La embajada en Santiago de Chile había funcionado como un aliciente temporal.
Debe decirse: también hay un cálculo político por parte de López Obrador porque requiere una canciller que se enfrente al partido Republicano, donde abunda la retórica anti México. El mismo que descarriló la ambición de Bárcena en el BID.
Esto es algo que, por ejemplo, no iba a suceder ni con Lázaro Cárdenas Batel, que estaba interesado en el cargo, ni con Juan Ramón De la Fuente que tiene personas allegadas muy ligadas al mundo de Donald Trump.
La congresista que estuvo más intensa contra Bárcena el año pasado fue María Elvira Salazar, del estado de Florida, epicentro de la disputa presidencial de los republicanos. Tildó a Bárcena de comunista.
Semanas atrás Salazar incomodó fuertemente al presidente colombiano Gustavo Petro en su visita a Washington, donde se reunió con Joe Biden y con legisladores de ambos partidos.
Bárcena llegará a la Cancillería la semana que viene, donde la esperan funcionarios cercanos a Ebrard que no han renunciado y que prefieren continuar, fundamentalmente Maximiliano Reyes, encargado de la relación con América Latina y Roberto Velasco, que hace lo propio con América del Norte.
Velasco tiene muy buena relación con el embajador de Estados Unidos Ken Salazar y este, según pudo conocer LPO, va a realizar una gestión para recomendar la permanencia de Velasco como enlace con Washington.
Bárcena no es una candidata incomoda para los demócratas. Tiene amigos en el Departamento de Estado de su paso por organismos multilaterales, conoce a John Kerry que es un funcionario muy escuchado por Biden y también a Janet Yellen, la secretaria del Tesoro.